- Los humedales, considerados tradicionalmente como zonas baldías e insalubres, son en realidad terrenos medioambientalmente muy valiosos por los múltiples servicios que ofrecen, incluido la captura y almacenaje de CO2 atmosférico.
El estudio y la puesta en valor de estos espacios es uno de los objetivos del LIFE Wetlands4Climate, proyecto con el que se pretende reivindicar el papel de los humedales como sumideros de carbono y reductores de gases de efecto invernadero en la atmósfera.
Este proyecto, que se desarrollará en humedales de tres comunidades autónomas españolas hasta el 30 de junio de 2024 con el apoyo por la Comisión Europea y la coordinación de la Fundación Global Nature (FGN), parte de la idea de que la buena gestión de los humedales no solo contribuye a la conservación de la biodiversidad, sino que además puede ayudar en la lucha contra el cambio climático.
Por contra, una gestión inadecuada de estos humedales, lagos o charcas estacionales, convierte estos ecosistemas en emisores de gases de efecto invernadero y, en consecuencia, grandes enemigos para el medio ambiente.
Sumideros de carbono
LIFE Wetlands4Climate analizará cuánto carbono es realmente capaz de retener un humedal en función de su estado de conservación e identificará qué medidas de gestión son las más apropiadas para cada humedal de modo que alcancen su máxima capacidad de almacenamiento y de mitigación climática.
Los trabajos de muestreo se realizarán sobre parcelas piloto ubicadas en diez humedales de la Comunidad Valenciana, Castilla y León y Castilla-La Mancha.
Se pondrán en marcha diferentes medidas de gestión de la vegetación, el suelo y el agua para ver cómo se comportan los balances de carbono en cada humedal respecto a cada una de estas medidas, cómo pueden ser las siegas, el pastoreo controlado, el manejo de los niveles de agua o el laboreo del suelo.
Más concretamente se trabajará sobre tres tipos de variables, “con un primer bloque biogeoquímico relacionado con los procesos del ciclo del carbono, aquellos que lo captan como la fotosíntesis de las plantas o las algas y los que lo liberan como es la respiración”, afirma Antonio Camacho, catedrático de ecología de la Universidad de Valencia, encargada del trabajo de campo.
“Pero no solo queremos saber cuáles son las tasas de esos cambios asociados a formas de manejo y a estados de conservación, sino también porqué ocurre eso, y para ello vamos a estudiar los principales organismos que manejan esa materia y esa energía, que son los microorganismos; y eso lo vamos a estudiar con técnicas de estudios científicos moleculares”, incide.
El tercer grupo de indicadores son los indicadores clásicos asociados a la estimación de la biodiversidad y el estado ecológico. “Un ejemplo son las aves, que son un indicador generalizado en los humedales, pero también indicadores que incluyen al resto de la comunidad biológica evaluando su papel indicador”, remarca finalmente Camacho.
Con los datos obtenidos, “trabajaremos para aprobar una metodología que pueda optar a fondos en el mercado voluntario del carbono, basada en la conservación de humedales y así poder acelerar las sinergias entre la sociedad y el mundo económico, impulsando el tránsito hacia una economía descarbonizada”, señala también Vanesa Sánchez, integrante de la FGN y coordinadora del proyecto.
Marcos de referencia
En un contexto en el que queda poco tiempo para lograr los objetivos de reducción de las emisiones mundiales de carbono – al menos un 45 % antes de 2030 – y limitar así el calentamiento global a un nivel por debajo de los 2 °C, los humedales constituyen según los promotores del proyecto una solución natural añadida para contribuir a la consecución de este vital objetivo.
Aseguran que los beneficios de los humedales son innegables: desde el punto de vista de la biodiversidad son un extraordinario patrimonio natural al albergar más de 100.000 especies conocidas de agua dulce, una cifra que aumenta continuamente.
A lo que hay que añadir que, bien conservados, no son sólo reservas para la biodiversidad, también son una garantía de agua y de producción de alimentos, además de ser identidad territorial, atractivo turístico, espacios para la investigación pero también para el ocio y la relajación.
Además de ser sumideros de carbono, los humedales pueden generar beneficios sociales y económicos muy interesantes para las zonas en las que se enclavan: pueden generar empleo, pasto para la ganadería, cultivos, ayudan al buen clima de la zona y, por supuesto, son paisajes para el turismo”, desvela Amanda del Río, directora técnica de Fundación Global Nature.
Tierra de Campos
Los trabajos del proyecto se han iniciado en Palencia, en la comarca de Tierra de Campos, en los humedales palentinos de Boada y la Nava de Fuentes.
Esta última es una laguna artificial ubicada en el mismo sitio donde se encontraba el denominado Mar de Campos, el que fue uno de los humedales más extensos de la Península, hasta cinco mil hectáreas en años lluviosos, y que fue desecado en la década de los sesenta del pasado siglo.
Tras su recuperación, en los años 90, está incluida en la lista Ramsar, la relación de sitios de importancia internacional como hábitat de aves acuáticas.
Además de estos humedales de agua dulce, durante el proyecto se trabajará también en humedales costeros mediterráneos de la Comunidad Valenciana y en humedales salinos de Castilla-La Mancha.
NOTA DE PRENSA
Fuente: Javier López Pérez / EFE VERDE