L’Albufera y su entorno han sufrido continuos cambios desde su origen geológico, motivados por la actividad humana dentro y fuera del espacio. Propiedad de la Corona desde Jaume I, posteriormente del Estado y desde 1927 municipal, los poderes públicos han respondido, usualmente con retraso, a las reclamaciones de habitantes y visitantes, que también han ido cambiando con el tiempo. El desarrollo del área metropolitana de Valencia, su cinturón industrial, la intensificación agrícola y una enorme presión turística fruto de su ubicación estuvieron a punto de acabar con sus valores naturales a partir de los años 60 del pasado siglo. En los años 70 un proyecto desarrollista para convertir la Devesa del Saler en un resort turístico provocó una movilización ciudadana sin precedentes y en 1986 se declara Parque Natural. Las comarcas del entorno han estado ancestralmente vinculadas a la Albufera y, siendo un parque ubicado en el corazón de un área metropolitana de millón y medio de habitantes, al borde del colapso a principios de los 80, cabe considerar la Albufera un caso de éxito en la conservación de humedales.

Este escenario de continuo cambio y sucesión de políticas hasta llegar a un consenso de velar por sus valores naturales, requiere de una evaluación del estado de conservación para conocer lo perdido, pero también lo recuperado y lo que falta por hacer, con el fin de definir qué Albufera se quiere para el futuro. Esta evaluación, en un espacio tan dinámico, sólo puede hacerse con una visión a largo plazo y con datos rigurosos que permitan evaluar el efecto tanto de las presiones como de las acciones de conservación desarrolladas a partir de finales del siglo XX.

Afortunadamente, en el caso de l’Albufera se dispone de una larga serie de estudios y registros que permiten evaluar la evolución de sus hábitats y especies. En València se creó en 1912 el primer Laboratorio de Hidrobiología de España. Desde principios del siglo XX, el lago y su entorno han sido objeto de atención preferente por la Universitat de València. Coincidiendo con el deterioro del lago y la Devesa, los investigadores redoblaron sus esfuerzos de toma de datos y asumieron el compromiso de denunciar la degradación del espacio. Tras su declaración como Parc Natural, el seguimiento de especies y hábitats se ha reforzado aún más, particularmente asociado a la evaluación de las actuaciones de conservación, pero también de los impactos de la acción humana en su entorno.

En esta Sesión se aporta un resumen de los datos más relevantes obtenidos a largo plazo.