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Las aves migratorias son buen ejemplo de nuestro patrimonio natural compartido y hacen uso de una gran red de lugares a lo largo de sus rutas de migración para reproducirse, alimentarse, descansar e invernar. El Día Mundial de las Aves Migratorias, que celebramos el 10 de octubre, resalta las amenazas a las que se enfrentan estas aves en el momento de migrar, su importancia ecológica y la necesidad de cooperación internacional para preservar la vida salvaje.

El carricerín cejudo, un pequeño ave de apenas 11gr, lo equivalente a una cucharadita de azúcar, es capaz de recorrer más de 6.000 Km, desde el este de Europa hasta el África subsahariana, durante sus migraciones estacionales, haciendo parada en algunos de los humedales de la Península. Por sus características propias,  por los hábitats y ecosistemas a los que se asocia y por el territorio que abarca, este pequeño ave actúa como especie paraguas, y es por ello por lo que desde Fundación Global Nature trabajamos para su conservación y la de los ecosistemas que habita.

Conservar una especie así, por ejemplo, implica favorecer la conservación de humedales, con las numerosas especies que de forma indirecta pueden beneficiarse de ello. Pero no solo eso, estamos abarcando mucho más: organizaciones, agricultores, ganaderos, empresas, etc. juntos forman una red que ante este tipo de proyectos se ven beneficiados y donde cada uno, desde su visión, aporta su granito de arena.

El lema de este año para el día mundial «Las aves conectan nuestro mundo», es más certero que nunca. La biodiversidad de especies y ecosistemas forman un gran puzzle donde todas las piezas están conectadas. Por eso, desde la Fundación Global Nature volcamos gran parte de nuestros esfuerzos en la colaboración y búsqueda de sinergias con otras organizaciones y entidades que nos permiten alcanzar nuevos objetivos y desarrollar soluciones innovadoras que pongamos al servicio de la naturaleza.