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Diez claves para adaptar tu cultivo de cereal al cambio global

en Noticias 11 junio, 2021

Uno de los grandes retos que cualquier agricultor afronta hoy es ser consciente de cómo puede afectarle el cambio global, es decir, las amenazas climáticas y ambientales como el cambio climático o la pérdida de biodiversidad. Conocer esta realidad es el primer paso para entender la necesidad de implementar medidas para cualquier cultivo y, sobre todo, los beneficios que implica. Lo cierto es que ya estamos teniendo lluvias más irregulares, temperaturas más elevadas, sequías y olas de calor más prolongadas y pérdidas graves de biodiversidad, y todas ellas pueden afectar a los cultivos, en este caso que nos ocupa, de cereal.

Gracias al resultado del trabajo de GO Adaptridur, se han identificado los puntos que pueden poner en jaque el cultivo del cereal, usando como ejemplo el trigo duro. Además, hemos conseguido aislar 10 claves de buenas prácticas necesarias para la adaptación al cambio climático y la conservación de la biodiversidad.

En este artículo, vamos a identificar algunos problemas que vendrán y cómo minimizar sus impactos a través de un decálogo de tips que buscarán una producción competitiva en escenarios futuros, tanto en materia de biodiversidad como de cambio climático:

  1. Céntrate en el manejo del suelo: lluvias más irregulares implican la necesidad de que nuestros suelos sean capaces de almacenar e infiltrar más agua. Asimismo, hemos de ser capaces de reducir los riesgos de erosión, de forma que sigamos teniendo suelos profundos donde cultivar. ¿Cómo? Aportes regulares de materia orgánica, el laboreo superficial o la rotación de cultivos son algunas de las prácticas que pueden mejorar este aspecto.
  2. Revisa el manejo de nutrientes: optimizar el uso de fertilizantes para producir más con menos. Ayuda a reducir costes y mejorar la calidad de la producción. Para ello, análisis de suelos, foliar o herramientas de apoyo a la decisión como imágenes satelitales, bien pueden apoyar en este punto. Asimismo, técnicas de precisión en abonadoras (por ejemplo, abonado en la misma línea de siembra), harán que el cultivo pueda aprovechar mejor los nutrientes.
  3. Optimiza el manejo del agua: en escenarios futuros, la competencia por los recursos hídricos aumentará. Por ello, sistemas de riego más eficientes y herramientas de apoyo a la decisión (por ejemplo, pívots articulados e imagen multiespectral), reducirán nuestra dependencia y riesgos.
  4. Amplía tu manejo de plagas y enfermedades: En este punto, podemos apostarlo todo a que los productos fitosanitarios van a actuar siempre de manera eficiente y no tendrán efectos colaterales sobre otras especies. Sin embargo, las resistencias que generan las plagas a los nuevos productos son cada vez más frecuentes y la pérdida de enemigos naturales aumenta sobremanera la vulnerabilidad del agricultor. Hemos de ser capaces de conseguir una mejor sanidad con una menor dependencia. Para ello, estrategias integradas basadas en estaciones de monitoreo, el cuidado de los enemigos naturales y nuevos componentes como los trituradores de tamo (donde se sitúan el 80% de las semillas de hierbas adventicias), pueden ser de gran ayuda.
  5. Incluye manejo de actividad ganadera: de la actividad ganadera depende en gran parte no sólo la estabilidad socioeconómica de la región, sino también nuestra disponibilidad de materia orgánica con la que poder mejorar el estado de nuestros suelos. En mayor o menor medida, incluir prácticas de gestión que compatibilicen ambas actividades en el territorio es de gran interés (por ejemplo, producción de forrajes, que también reducirán banco de semillas de hierbas adventicias, o barbechos sembrados con leguminosas para ser trabajados “a diente” en el año de descanso de la tierra).
  6. Busca la eficiencia energética: mejorar nuestra independencia energética también mejorará nuestra eficiencia. Tractores con GPS integrado o emisores de riego de baja presión bien pueden ayudarnos en esta tarea.
  7. Anticípate a los riesgos: reducir riesgos derivados de la producción de forma directa también es adecuado teniendo en cuenta la incertidumbre climática. Para ello, diversificar los cultivos a escala de explotación para evitar pérdidas totales y navegar de forma más consistente los vaivenes del mercado, puede ser muy acertado.
  8. Manejo de margen/rendimiento comercial: aumentar de manera directa nuestros ingresos también será de vital importancia para adaptarnos al cambio global. La utilización de cultivos intermedios en regadío puede ampliar nuestras fuentes de ingreso. Asimismo, hay situaciones en que la diferencia de precio derivada de la producción ecológica puede mejorar el margen que recibimos por producto y unidad de superficie.
  9. Apuesta por la biodiversidad: trabajar en biodiversidad no implica pérdida de rentabilidad. Artrópodos beneficiosos son capaces de introducirse de 100 a 200 m dentro de la superficie del cultivo para alimentarse de plagas. Sin embargo, dependen de hábitats seminaturales alrededor de las parcelas para completar sus ciclos vitales y establecerse en el territorio. Los márgenes con vegetación autóctona son capaces de alimentar al 75% de esta fauna beneficiosa, a la vez que mejoran la producción hasta en un 6% a una distancia de 20 veces su altura dentro del campo de cereal.
  10. Cuenta tu diferenciación comercial: “¡Aquí se hacen las cosas muy bien!”. Ese el mensaje que hemos de conseguir comunicar al consumidor y que se basa en el buen manejo mencionado anteriormente. Para ello, una estrategia que incluya a los diferentes eslabones de la cadena de suministro, capaz de evaluar la mejora continua que tiene lugar en relación al medio ambiente y el clima, serviría para poner en valor todo nuestro esfuerzo y la calidad diferenciada de nuestro producto.

Si quieres ampliar más información para poner en marcha estas recomendaciones puedes consultar los materiales en las publicaciones de Fundación Global Nature.

El Grupo Operativo Adaptridur ha generado estas dos publicaciones específicas. Entre los objetivos de este GO están estudiar el impacto del cambio climático en la producción cerealista, y específicamente el caso del trigo duro, tomando como escenario de referencia Castilla y León. Así, pretende evaluar las mejores prácticas de adaptación al cambio climático y poner en valor la eficacia de criterios para la protección de la biodiversidad en la producción del trigo duro.

El Grupo Operativo “Adaptridur. Adaptación del cultivo de trigo duro de calidad a la Comunidad de Castilla y León bajo criterios de rentabilidad, sostenibilidad y eficiencia” está financiado por la Junta de Castilla y León, Consejería de Agricultura y Ganadería. Dirección General de Competitividad de la Industria Agroalimentaria y de la Empresa Agraria a través de los fondos FEADER. Fondo Europeo Agrícola de Desarrollo Rural, de la Unión Europea. La iniciativa está promovida por el Grupo BC Servicios 2001, Valduebro Sociedad Coop (Grupo AN), ITACYL y Fundación Global Nature.

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