Aproximadamente el 50 % de las especies europeas
dependen de hábitats agrarios.
La intensificación de la agricultura y la explotación de tierras agrarias han hecho que esta actividad sea una de las principales causas de pérdida de biodiversidad. Sin embargo la biodiversidad en una explotación agraria se puede mejorar a través de buenas prácticas agrarias siendo de especial importancia las infraestructuras ecológicas y la gestión del suelo y del agua.
Recuperar la materia orgánica del suelo es clave y para ello implantamos cubiertas verdes, evaluamos cómo y cuándo realizar una adecuada fertilización, y fomentamos prácticas tradicionales como los barbechos o la rotación con leguminosas.
El mantenimiento de puntos de agua, la restauración de setos o bosquetes, y la creación de franjas de vegetación natural que atraigan a polinizadores son algunas de las medidas que ofrecen resultados tangibles para la biodiversidad a pie de campo.