FGN pide que se ponga en valor los beneficios de la ganadería extensiva
- Fundación Global Nature exige no simplificar el debate abierto y usarlo para proponer compensar las prestaciones ecosistémicas de la ganadería extensiva y que se reconozcan los impactos ambientales que genera la intensiva
- La entidad propone que se trabaje en revisar los todos los sistemas ganaderos existentes para que se optimicen y reduzcan su huella ambiental
La producción ganadera, con modelos de cebo y producción láctea en explotaciones cada vez mayores, crece en España a un ritmo acelerado, en paralelo a un consumo decreciente de carne compensado por el fuerte aumento de las exportaciones. España produce el 450% de la carne que consume y la industria cárnica es ya el cuarto sector industrial de nuestro país, el 22,6% de todo el sector alimentario español. Por este motivo, desde Fundación Global Nature piden que se aproveche el momento para, con una legislación basada en “Quien contamina, paga”, que se compensen los servicios ambientales que genera la ganadería extensiva y se trabaje en revisar los diferentes sistemas ganaderos, con el objetivo de optimizar y se reducir su huella ambiental . Y que todo ello se haga lejos del actual debate simplificado sobre «macrogranjas sí o macrogranjas no» o sobre «ganadería intensiva vs extensiva»; desde el sosiego y lejos de intereses partidistas, junto con un estudio de los costes y beneficios reales de los actuales sistemas de producción ganadera para optimizarlos.
Desde Fundación se ejecutan diferentes proyectos piloto en los que se colabora con productores de carne y leche en un intento de implementar modelos de aprovisionamiento y de producción más sostenibles, con nuevas técnicas de gestión y tecnologías innovadoras.
En España, desde 2015, la concentración de animales en granjas ha crecido un 9%. Hay 3 millones más de animales en 11.000 explotaciones menos de ganado ovino, caprino, porcino y bovino. El censo de cerdos ha crecido un 35%, mientras que el número de granjas ha descendido un 9%. También hay un mayor censo bovino, pero en 7.500 explotaciones menos (Sistema de Trazabilidad Animal, SITRAN). El incremento en la cifra de negocio se distribuye, por tanto, entre un menor número de ganaderos, como un reflejo rural de lo que pasa en el medio urbano: en los últimos cuatro o cinco años España ha perdido más de 30.000 pequeños comercios ante los grandes centros comerciales que no compensan el empleo más estable que fijaban los primeros. El empleo alternativo que crea transformación cárnica, gracias al tirón de la exportación, apoya un modelo de desarrollo alejado del medio rural, y se basa en expectativas de exportación muy inestables (brotes de peste porcina en otros países, etc.). Por ejemplo, en julio de 2021 China, dejó de importar carne de cerdo sin dar explicaciones al respecto.
Los beneficios económicos derivados de los actuales sistemas de producción ganadera intensiva no descuentan el coste derivado de los graves impactos ambientales que generan. La concentración de purines y excrementos, y su no siempre correcta gestión, conlleva la contaminación de acuíferos. Por ejemplo, el 41% de los acuíferos catalanes está contaminados por purines. La densidad de cerdos en las diez comarcas más contaminadas alcanza los 614 cerdos/km2, la mayor densidad del planeta. La Comisión Europea ya ha dado varios ultimátum a España para que frene la contaminación de las reservas de agua subterráneas por incumplimiento de la Directiva de Nitratos, de 1991, que establece el control las aguas e identificar a las personas afectadas o que puedan verse afectadas por la contaminación causada por nitratos de origen agrícola.
La ganadería industrial requiere de piensos con una alta concentración de proteínas vegetales, como la soja, que destruye otros territorios y desplaza la producción de proteína autóctona fuera de España, fundamental en las rotaciones tradicionales de nuestros cultivos. Europa importa el 95% de la soja que consume. Ante esta grave crisis estratégica para el continente, ha lanzado el plan proteico, en un intento de disminuir esta dependencia, derivada de modelos de ganado estabulado que no rentabiliza nuestros propios recursos (montes, eriales a pastos, leguminosas autóctonas, etc.)
La desaparición del pastoreo extensivo empobrece nuestros pastizales, bosques y montes con matorral, y favorece la proliferación de incendios por la no eliminación de malezas. En España se destinan 1.000 millones de euros al año a medidas de prevención o extinción de incendios, unos 6.000 € por hectárea quemada. Si diéramos a cada ganadero sólo un 1% de esa cifra, 60 €/ha, un pastor tendría un ingreso limpio (producción ganadera aparte) de 60.000 €/año, considerando que cubriera unas 1.000 hectáreas de pastos. No pagamos a nuestros pastores y ganaderos extensivos los servicios ambientales que sí pagamos a cuadrillas de prevención y extinción, pero sí cubrimos entre todos los costes ambientales que generan los modelos intensivos.
Como resumen, desde la entidad concluyen que la sostenibilidad no es una meta, es un proceso de mejora continua, y así hay que entenderlo cuando se trabaja en la mejora de cualquier sector industrial.