‘La PAC de España’ se aprueba lejos de las necesidades de crisis climática actual
- La mayor partida de presupuesto de la Unión Europea presenta unas medidas que resultan insuficientes, aunque esté presuntamente alineada con los objetivos del Pacto Verde y con mayor grado de compromiso medioambiental que nunca
- Fundación Global Nature advierte de que si prescindimos de las buenas prácticas agrarias estamos hipotecando nuestra biodiversidad, la fertilidad de nuestro suelo y dando la bienvenida a la desertificación y al cambio climático
El campo, agricultura y ganadería, es un escenario clave para revertir la tendencia de pérdida de biodiversidad y lucha del cambio climático que vivimos. Sin embargo, la mayor partida de presupuesto de la Unión Europea (UE) presenta unas medidas que resultan insuficientes. El análisis de las novedades introducidas en ‘la PAC de España’ lleva a Fundación Global Nature a concluir que no se ha abordado la gravedad de la crisis climática que vivimos. Se trata del Plan Estratégico español de la Política Agraria Común (PEPAC) que, a mediados de julio, el Ministerio de Agricultura publicó en su versión definitiva y que, previsiblemente, será completamente aprobado en septiembre. Una política que aplicará entre 2023 y 2027.
Esta nueva PAC está presuntamente alineada con los objetivos del Pacto Verde y con mayor grado de compromiso medioambiental que nunca. ¿Acaso cumple con las necesidades medioambientales de nuestro país? ¿Ayuda con los objetivos del Pacto Verde? Aunque hay que recordar que los objetivos del Pacto Verde no son vinculantes y que se trata de una hoja de ruta desvinculada de la PAC, si analizamos, por ejemplo, los objetivos para 2030 de reducción de fitosanitarios declarados en la Estrategia de la Granja a la Mesa, vemos que no encuentran un reflejo claro, salvo contadas excepciones, en las obligaciones ni en los pagos de la nueva “arquitectura verde”.
Por lo tanto, los objetivos de mitigación del cambio climático, secuestro de carbono o eficiencia de insumos no son atajados directamente por la PAC y se relegan a otros paquetes legislativos diferentes, aún sin implantar. Podemos esperar que el Decreto de Nutrición Sostenible en los Suelos Agrarios o nuevas directivas para los espacios Red Natura 2000 ayuden a reducir el uso de fertilizantes o de herbicidas. Pero todo ello queda fuera de la PAC y susceptible a legislación autonómica. Otra cuestión clave que tampoco aborda son los problemas inmediatos de los nuevos regadíos y agotamiento de recursos hídricos.
Además de la condicionalidad reforzada, basada en las Buenas Condiciones Agrarias y Medioambientales (BCAM), la herramienta principal en materia medioambiental de la nueva PAC son los eco-regímenes (antiguos ecoesquemas). Se trata de un complemento opcional que representa el 25% del presupuesto del total de las intervenciones del primer pilar. Consisten en prácticas específicas para diferentes sistemas agrarios con un impacto ambiental favorable, como, por ejemplo, las cubiertas vegetales o el pastoreo extensivo. Aunque la intención de los eco-regímenes es buena, es necesario recalcar la palabra opcional y tener en cuenta que su implantación se verá limitada por el tipo de explotaciones (cultivos, regiones, ayudas sectoriales, etc) que se pueden acoger a la PAC.
Medidas insuficientes
En las idas y venidas de la PAC durante su formulación, hemos visto cómo se reducía y simplificaba la lista de eco-regímenes. Durante los períodos de consulta que la administración ha abierto, Fundación Global Nature, junto a la coalición Por Otra Pac, preparó diversas alegaciones donde se entra en detalle de porque la arquitectura de esta nueva PAC y sus eco-regímenes no resultan suficientes para la urgencia medioambiental a nivel estatal. A día de hoy, continuamos a la espera de la publicación de la respuesta del Ministerio a dichas alegaciones, aunque en este artículo se puede consultar el documento.
Entre las numerosas incongruencias están, por citar algún ejemplo, que las prácticas de la BCAM de mantenimiento elementos naturales (no productivos) sean compatibles con el laboreo del suelo o que se admitan tratamientos químicos de estas áreas de biodiversidad excepto en pastos que se acojan al eco-régimen específico.
También resulta extraño el fomento de la siembra directa en varios eco-regímenes. Esta práctica evita el laboreo del suelo, sustituyendo el control mecánico (labranza) de las malas hierbas con el control por herbicidas, cuyo uso por hectáreas aumenta considerablemente bajo este tipo de manejo. Si se pretende un mayor secuestro de carbono en el suelo a través de esta medida, no podemos ignorar el perjuicio de tales pesticidas en la fauna del suelo y microbiología que lo mantiene fértil. ¿Puede entonces considerarse este eco-esquema “sostenible”? ¿Puede garantizarse que estas intervenciones tengan un impacto positivo para biodiversidad y secuestro de carbono del suelo como se pretende?
Lo medioambiental frena la competitividad
Curiosamente, los eco-regímenes y la arquitectura de la PAC han suscitado todo tipo de críticas en el sector agrario y en entornos políticos, tildando los requisitos medioambientales de obstáculos y freno a la competitividad de las explotaciones. Sumado al alza de precios y desabastecimiento causado por la guerra de Ucrania, más voces han llamado a “flexibilización” de la PAC en materia medioambiental.
Fundación Global Nature advierte de que, si prescindimos de las buenas prácticas agrarias, dentro o fuera de la PAC, o no nos las tomamos en serio, estamos hipotecando nuestra biodiversidad, la fertilidad de nuestro suelo y dando la bienvenida a la desertificación, al cambio climático y a otros problemas de los que ninguna PAC nos podrá librar. Trabajar a favor de la naturaleza es competitivo. Pero esta nueva PAC no logra trasladar este mensaje.
Lo cierto es que medidas de flexibilización como la derogación de la BCAM de barbechos de la condicionalidad de la PAC in extremis (sin consulta pública ni previo aviso y que se aprobó como una medida urgente frente a las consecuencias de la Guerra de Ucrania), con el objetivo de garantizar el abastecimiento y soberanía alimentaria de Europa, supondrán el golpe definitivo para, en este caso, las amenazadas aves esteparias, como las avutardas o sisones, tesoro del paisaje estepario de España. Así lo denunció también FGN.
Pero la libertad de cultivar estos barbechos tampoco representa una solución para el abastecimiento, ya que el gran problema de nuestro país no es el abastecimiento de cereal, sino la dependencia europea de más 90 % de proteína extranjera. Con el verano avanzado y una sequía histórica, este anuncio no logró convencer a todos los agricultores y se ha visto aún más dificultado por la retirada de las ayudas a cultivos oleicos.
La decisión precipitada de posibilitar el cultivo de los barbechos ha resultado una trampa tanto para los objetivos medioambientales como para muchos agricultores y encierra una falacia peligrosa. No solo la actual PAC es insuficiente medioambientalmente, si no que se aventura en una dirección que permite excepciones a corto plazo con justificaciones insinceras, pero que además tienen efectos siniestros sobre los ya debilitados servicios ecosistémicos como el control de plagas o la polinización.